Durante los 503 años siguientes, Roma y sus inmensos territorios estuvieron gobernados por emperadores. Veamos las principales fases de esta última etapa de su historia.
Dinastía Julio-Claudia (27 a.C.-68 a.C.). Como ya dijimos, el primer emperador romano fue Octavio (al que se llamó Octavio Augusto). Gobernó entre el 27 a.C. y el 14 d.C. Aquellos años fueron conocidos como era Augusta y supusieron un gran esplendor del Imperio romano. El último emperador de la familia de Augusto (la dinastía Julia-Claudia) fue Nerón, derrocado en el año 68.
Dinastías de los Flavios y de los Antoninos (69-192). Los emperadores de la dinastía de los Flavios (que gobernaron Roma desde el 69 hasta el 96) fueron Vespasiano, Tito y Domiciano. Les sucedieron los miembros de la familia de los Antoninos (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio, Vero y Cómodo), emperadores entre el 96 y el 192.
Decadencia y caída del Imperio romano (192-476). En el año 212, el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. Casi todos los emperadores posteriores murieron violentamente, por lo general, a manos del Ejército, que también los había ayudado a llegar al trono. En el año 284, comenzó el imperio de Diocleciano, el cual estableció un nuevo sistema de gobierno: él y Maximiano compartieron el título de augusto. Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio. Se instauraba así el régimen de tetrarquía: dos augustos y dos césares (recuerda que el prefijo ‘tetra’ quiere decir ‘cuatro’). Constantino I el Grande, que fue emperador desde el 306 hasta el 337, puso fin a la guerra civil y reunificó el Imperio bajo su mando. Se convirtió al cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de Augusto y que, a pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido durante el mandato de los últimos emperadores. El cristianismo se convirtió a finales del siglo IV en la religión oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). A continuación, el Imperio volvió a dividirse, aunque a finales del siglo IV, bajo el reinado de Teodosio I el Grande, estuvo unido por última vez. Cuando falleció, en el 395, sus dos hijos se lo repartieron: Arcadio se convirtió en emperador de Oriente, y Flavio Honorio, en emperador de Occidente. En el siglo V, el Imperio romano de Occidente sufrió las invasiones de los pueblos germanos. Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto en el 476 por el jefe de los hérulos, Odoacro.
Finalizaba así la historia del Imperio romano. Aunque todavía siguió existiendo el llamado Imperio de Oriente o Imperio bizantino, que perduraría hasta 1453.
INFLUENCIA DE ROMA
La cultura de buena parte de Europa, del norte de África y de Oriente Próximo está profundamente unida a la antigua Roma.
Las conquistas de Roma extendieron su cultura (muy influida por la griega) por vastos territorios. Difundieron, muy especialmente, dos elementos fundamentales:
El latín. Esta lengua pasó a ser hablada por los pueblos conquistados, que luego la adaptaron, dando lugar así a las lenguas romances o románicas (entre ellas, el español).
El Derecho romano.
Dinastía Julio-Claudia (27 a.C.-68 a.C.). Como ya dijimos, el primer emperador romano fue Octavio (al que se llamó Octavio Augusto). Gobernó entre el 27 a.C. y el 14 d.C. Aquellos años fueron conocidos como era Augusta y supusieron un gran esplendor del Imperio romano. El último emperador de la familia de Augusto (la dinastía Julia-Claudia) fue Nerón, derrocado en el año 68.
Dinastías de los Flavios y de los Antoninos (69-192). Los emperadores de la dinastía de los Flavios (que gobernaron Roma desde el 69 hasta el 96) fueron Vespasiano, Tito y Domiciano. Les sucedieron los miembros de la familia de los Antoninos (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio, Vero y Cómodo), emperadores entre el 96 y el 192.
Decadencia y caída del Imperio romano (192-476). En el año 212, el emperador Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos los hombres libres del Imperio. Casi todos los emperadores posteriores murieron violentamente, por lo general, a manos del Ejército, que también los había ayudado a llegar al trono. En el año 284, comenzó el imperio de Diocleciano, el cual estableció un nuevo sistema de gobierno: él y Maximiano compartieron el título de augusto. Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio. Se instauraba así el régimen de tetrarquía: dos augustos y dos césares (recuerda que el prefijo ‘tetra’ quiere decir ‘cuatro’). Constantino I el Grande, que fue emperador desde el 306 hasta el 337, puso fin a la guerra civil y reunificó el Imperio bajo su mando. Se convirtió al cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de Augusto y que, a pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido durante el mandato de los últimos emperadores. El cristianismo se convirtió a finales del siglo IV en la religión oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). A continuación, el Imperio volvió a dividirse, aunque a finales del siglo IV, bajo el reinado de Teodosio I el Grande, estuvo unido por última vez. Cuando falleció, en el 395, sus dos hijos se lo repartieron: Arcadio se convirtió en emperador de Oriente, y Flavio Honorio, en emperador de Occidente. En el siglo V, el Imperio romano de Occidente sufrió las invasiones de los pueblos germanos. Rómulo Augústulo, último emperador de Occidente, fue depuesto en el 476 por el jefe de los hérulos, Odoacro.
Finalizaba así la historia del Imperio romano. Aunque todavía siguió existiendo el llamado Imperio de Oriente o Imperio bizantino, que perduraría hasta 1453.
INFLUENCIA DE ROMA
La cultura de buena parte de Europa, del norte de África y de Oriente Próximo está profundamente unida a la antigua Roma.
Las conquistas de Roma extendieron su cultura (muy influida por la griega) por vastos territorios. Difundieron, muy especialmente, dos elementos fundamentales:
El latín. Esta lengua pasó a ser hablada por los pueblos conquistados, que luego la adaptaron, dando lugar así a las lenguas romances o románicas (entre ellas, el español).
El Derecho romano.
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