Pueblos francos, grupo de tribus germánicas que hicieron su aparición por vez primera a mediados del siglo III d.C. en el medio y bajo Rin. Los francos se establecieron en las provincias romanas hacia el año 253 y poco después se dividieron en dos grandes grupos: los francos salios y los francos ripuarios. Los primeros habitaron el territorio que discurría a lo largo del bajo Rin, mientras que los francos ripuarios ocuparon el curso medio del río. Los salios fueron sometidos por el emperador romano Juliano en el 358 y se convirtieron en aliados de Roma. Cuando los romanos se retiraron del Rin, a inicios del siglo V, los salios se establecieron en casi todo el territorio situado al norte del río Loira.
Bajo el reinado del rey salio Clodoveo I, fundador de la dinastía Merovingia, el poder y la influencia del reino franco creció de forma muy considerable. En el 486 Clodoveo destituyó a Siagrio, último gobernador romano de la Galia; a partir de entonces sometió sucesivamente a los alamanes, burgundios y visigodos de Aquitania y a los francos ripuarios. Las fronteras de su reino se extendieron desde los Pirineos hasta Frisia y desde el océano Atlántico hasta el río Main. Clodoveo se convirtió al cristianismo en el año 496 y desde ese momento se inició una estrecha relación entre la monarquía franca y el Papado.
El reino fue dividido, tras la muerte de Clodoveo, entre sus cuatro hijos. Durante el siglo posterior experimentó diversas divisiones y reunificaciones, hasta que Clotario II lo consolidó de forma definitiva en el año 613. Sin embargo, después de su fallecimiento, los monarcas dejaron de ejercer influencia alguna y su autoridad pasó a manos de los grandes funcionarios del reino, sobre todo al mayordomo de palacio (major domus). Este cargo existió en todos los reinos francos. En el extremo oriental, conocido como Austrasia, surgió una poderosa familia, la Carolingia, que conservó de forma exclusiva la posesión del cargo de mayordomo de palacio durante más de cien años y gobernó, si no de forma nominal, sí de hecho como monarcas. En el año 687, Pipino de Heristal, mayordomo de palacio de Austrasia, depuso a los gobernantes de Neustria (la parte occidental) y de Borgoña y se instauró como major domus de un reino franco unificado. Su hijo Carlos Martel amplió las fronteras del reino hacia el este y en el 732 repelió la invasión musulmana en una decisiva batalla que tuvo lugar entre Tours y Poitiers. El poder franco alcanzó su máximo desarrollo con el nieto de Carlos Martel, Carlomagno, que se convirtió en el monarca más poderoso de Europa. El 25 de diciembre del año 800, fue coronado como Carlos Augusto, emperador de los romanos, por el papa León III. El título imperial de Carlomagno fue ostentado en lo sucesivo por los emperadores del Sacro Imperio Romano hasta inicios del siglo XIX. La actual Francia, que toma su nombre de los francos corresponde aproximadamente al territorio franco del Imperio de Carlomagno.
Bajo el reinado del rey salio Clodoveo I, fundador de la dinastía Merovingia, el poder y la influencia del reino franco creció de forma muy considerable. En el 486 Clodoveo destituyó a Siagrio, último gobernador romano de la Galia; a partir de entonces sometió sucesivamente a los alamanes, burgundios y visigodos de Aquitania y a los francos ripuarios. Las fronteras de su reino se extendieron desde los Pirineos hasta Frisia y desde el océano Atlántico hasta el río Main. Clodoveo se convirtió al cristianismo en el año 496 y desde ese momento se inició una estrecha relación entre la monarquía franca y el Papado.
El reino fue dividido, tras la muerte de Clodoveo, entre sus cuatro hijos. Durante el siglo posterior experimentó diversas divisiones y reunificaciones, hasta que Clotario II lo consolidó de forma definitiva en el año 613. Sin embargo, después de su fallecimiento, los monarcas dejaron de ejercer influencia alguna y su autoridad pasó a manos de los grandes funcionarios del reino, sobre todo al mayordomo de palacio (major domus). Este cargo existió en todos los reinos francos. En el extremo oriental, conocido como Austrasia, surgió una poderosa familia, la Carolingia, que conservó de forma exclusiva la posesión del cargo de mayordomo de palacio durante más de cien años y gobernó, si no de forma nominal, sí de hecho como monarcas. En el año 687, Pipino de Heristal, mayordomo de palacio de Austrasia, depuso a los gobernantes de Neustria (la parte occidental) y de Borgoña y se instauró como major domus de un reino franco unificado. Su hijo Carlos Martel amplió las fronteras del reino hacia el este y en el 732 repelió la invasión musulmana en una decisiva batalla que tuvo lugar entre Tours y Poitiers. El poder franco alcanzó su máximo desarrollo con el nieto de Carlos Martel, Carlomagno, que se convirtió en el monarca más poderoso de Europa. El 25 de diciembre del año 800, fue coronado como Carlos Augusto, emperador de los romanos, por el papa León III. El título imperial de Carlomagno fue ostentado en lo sucesivo por los emperadores del Sacro Imperio Romano hasta inicios del siglo XIX. La actual Francia, que toma su nombre de los francos corresponde aproximadamente al territorio franco del Imperio de Carlomagno.
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