domingo, 21 de junio de 2009

ROMA


Cuando hablamos de la antigua Roma nos estamos refiriendo a un largo periodo de tiempo en el que esta ciudad fue la más importante del mundo. Eso ocurrió durante la edad antigua, entre el 753 a.C. (año en que la leyenda y la mitología sitúan la fundación de Roma) y el 476 d.C. (cuando fue derrocado el último emperador romano).
La historia de la antigua Roma se divide en tres grandes etapas:
Monarquía (753 a.C.-510 a.C.).
República (510 a.C.-27 a.C.).
Imperio (27 a.C.-476 d.C.).
Esos tres periodos se diferencian por su forma de gobierno: durante la Monarquía, gobernaban los reyes; durante la República, el principal órgano de poder fue el Senado; durante el Imperio, el máximo dirigente de Roma y sus territorios era el emperador.
Conozcamos ahora algo más sobre cada una de esas tres etapas históricas.
LA MONARQUÍA ROMANA (753 A.C.-510 A.C.)
Parece ser que, durante los primeros 243 años de historia de Roma, siete reyes se sucedieron en su trono. Como fueron los tiempos más remotos de la ciudad, los historiadores tienen que averiguar la verdad entre muchos datos que pueden pertenecer a lo legendario o mitológico. Empezando por los orígenes de la propia Roma, que, según la leyenda, nació en el año 753 a.C., cuando fue fundada por dos hermanos: Rómulo y Remo.
El primer rey fue el propio Rómulo. El último se llamó Lucio Tarquino el Soberbio.
Durante esta época, Roma fue extendiendo su poder hacía las regiones vecinas. En estos tiempos ya existía la que sería la asamblea más célebre de su historia: el Senado.
LA REPÚBLICA ROMANA (510 A.C.-27 A.C.)
Durante los siguientes 483 años, el sistema político romano fue el republicano (no existía un rey). Como esta etapa duró casi cinco siglos, conviene que la subdividamos para que conozcas y recuerdes mejor sus acontecimientos más importantes.
Establecimiento de la República y conquista de la península Itálica (510 a.C.-264 a.C.). Para sustituir la figura del rey, el conjunto de los ciudadanos elegía cada año a dos cónsules. El Senado, que se convirtió en el órgano fundamental de poder, ya no estaba solo formado por los patricios (miembros de las familias más ricas), sino que también entraron en él los plebeyos (los ciudadanos libres pero pobres). Durante esta fase, Roma consolidó su dominio sobre la mayor parte de los pueblos que habitaban la actual Italia.
Las Guerras Púnicas (264 a.C.-146 a.C.). Durante el siguiente periodo de la historia de la República, Roma, que centraba su poder en la península Itálica, mantuvo tres guerras con la mayor potencia marítima de la época: Cartago. Roma venció en los tres enfrentamientos, conquistó las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega, y hasta destruyó la propia ciudad de Cartago. Obtuvo así el control del mar Mediterráneo. ¿Por qué? Porque sus territorios se extendieron al norte de África, Hispania, Grecia, Asia Menor y Siria. Roma se convirtió en una gran potencia naval.
Crisis internas y fin de la República (146 a.C.-27 a.C.). La conquista de tantos territorios terminó por originar problemas internos en Roma. Los enfrentamientos se produjeron entre dos ‘partidos’: el aristocrático y el popular. De forma paralela, las legiones romanas (los ejércitos) siguieron ampliando la extensión del que ya era un gran imperio territorial. Uno de los jefes militares más importantes de aquellas conquistas fue Julio César, el cual, hacia el 60 a.C., tenía un gran prestigio y lideraba el partido de los populares. Se convirtió poco después en cónsul, pero fue asesinado en el 44 a.C. Su sobrino nieto Octavio obtuvo en el 31 a.C. el poder total sobre los territorios gobernados por Roma. Cuatro años más tarde, recibió del Senado el título de ‘augusto’, acto que se considera el inicio del periodo imperial.

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